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  • Foto del escritorElisa Moya Ruiz

¿Cómo elaborar una rúbrica?

Actualizado: 25 feb 2019


En el marco de la asignatura de Evaluación en el aprendizaje de ELE, del Máster, estamos trabajando con las rúbricas, y concretamente, con la elaboración de las mismas. En este sentido, es muy importante tener numerosos conceptos en cuenta para poder elaborar unas rúbricas adecuadas, que sean capaces de evaluar la calidad de los trabajos de los estudiantes, que reflejen el nivel de los mismos y que sirvan de guía para sus trabajos (Eduteka, 2013). Bien pero… ¿cómo debemos elaborar una rúbrica? Antes de nada… ¿sabemos qué es una rúbrica?


Una rúbrica o también llamada matriz de valoración es, según Brophy (2012: 3) una valiosa herramienta de medición que describe los criterios frente a los cuales se compara y se mide la actuación de los alumnos, su comportamiento o los productos que realizan. Con esta herramienta se elabora una lista con los criterios establecidos para una tarea en particular y los niveles logrados asociados con cada criterio y de este modo se realiza una evaluación integral y auténtica de los proyectos de clase. Es importante tener en cuenta también cuando elaboremos rúbricas que hay dos tipos: las analíticas y las holísticas. La analítica, siguiendo las ideas de Brophy (2012: 3), presenta una descripción pormenorizada de cada nivel de logro para cada criterio y proporciona, además, un resultado separado para cada criterio. La holística, por el contrario, presenta una descripción de cada nivel de logro pero proporcionando solamente un único resultado basado en la impresión general del estudiante en la ejecución de la tarea. Mientras que, por tanto, la analítica te proporciona un feedback más detallado y unos resultados más consistentes, la holística te da unos resultados mucho más rápidos, aunque no tan detallados.


Es importante usar las rúbricas por unas cuantas razones (Brophy, 2012: 3). En primer lugar, porque crean un marco común y un lenguaje para la evaluación. En segundo lugar, porque los productos complejos o los comportamientos de los alumnos pueden ser examinados de forma eficiente. En tercer lugar, porque se aplican los mismos criterios y estándares, de forma que la corrección queda unificada. En cuarto lugar, porque las rúbricas se basan en criterios, y no en comparaciones entre estudiantes de la promoción. Y en quinto y último lugar, porque cuando el profesorado colabora para desarrollar una rúbrica, se promueven las expectativas compartidas y las prácticas calificativas.


Y si nunca habéis realizado una rúbrica, os estaréis preguntando: sí, muy bien pero ¿cómo hago una rúbrica? ¿qué partes tiene? Pues vayamos a verlo. Siguiendo de nuevo con Brophy (2012: 3), las rúbricas tienen 4 partes básicas. La primera se corresponde con una descripción de la tarea. La segunda, con las características que deben ser evaluadas. Estas irán, en las filas de nuestra tabla. La tercera se corresponde con los niveles de conocimiento de los alumnos y se colocarán en las columnas y la última parte, es decir, en las celdas, se corresponde con una descripción de cada característica según el conocimiento de los alumnos. ¿Y cómo elaborarla? Debemos tener en cuenta que hay pasos a seguir a la hora de desarrollar nuestra propia rúbrica. En primer lugar debemos hacer una toma de decisiones y decidir si vamos a emplear una rúbrica analítica o una holística. En segundo lugar, debemos seguir con la toma de decisiones para identificar qué queremos evaluar en concreto. Y una vez que tenemos claro qué es lo que queremos evaluar, podemos pasar al tercer paso, que se trata de identificar las características que vamos a calificar, que se corresponden con la segunda parte que acabamos de comentar, la que se sitúa en las filas. En cuarto lugar, debemos identificar los niveles de conocimiento, que, como ya hemos dicho anteriormente, irán en las columnas de nuestra parrilla. En quinto lugar y último lugar, deberemos describir cada nivel de conocimiento para cada característica de forma adecuada y fácil de entender. Esto es, por tanto, lo que irá en la parte central de nuestra parrilla, es decir, en las celdas. Et voilà, ya tenemos realizada nuestra rúbrica. Ahora que la tenemos hecha solamente nos quedará probarla para comprobar si funciona o si por el contrario tenemos que modificarla. Si funciona, podemos compartirla con los compañeros docentes, discutirla, revisar el feedback que nos den y con todo eso, darle una última revisión a nuestra rúbrica.


Hemos dicho que debemos describir cada nivel de forma adecuada pero no hemos dicho nada más. Los criterios que empleemos para la formulación de los descriptores son muy importantes, y debemos tener en cuenta que para su elaboración, tenemos que seguir un conjunto de orientaciones (Anexo A, s. f.):


- Formulación positiva. Deben estar escritos de forma positiva y nunca de manera negativa, sobre todo si los niveles de dominio de la lengua tienen que servir de objetivos más que de instrumentos para seleccionar a los examinandos.


- Precisión. Deben evitar vaguedades y tratar de describir tareas concretas con el máximo nivel de concreción posible para que no dé lugar a dudas. Tampoco podemos emplear “algún” o “unos pocos” sino que debemos sustituirlo con, por ejemplo, “muchos” o “la mayoría”. O en lugar de usar “bastante amplio” deberíamos usar “muy amplio”.


- Claridad. Deben ser todo lo transparentes que sean posibles, tanto en su estructura, que debe ser explícita y lógica, como en su sintaxis, que debe ser sencilla. Además, no pueden estar dominados por la jerga.


- Brevedad. Además de claros, deben ser cortos, para poder ver la información de forma rápida y no perderse por los descriptores. Por ello, no se puede hacer referencia de forma realista a un descriptor que tenga más de una oración compuesta por dos partes.


- Independencia. Deben ser independientes entre ellos. Esto, además, es una señal de que el descriptor podría servir, asimismo, como objetivo puesto que su sentido no solo se deriva de la formulación de otros descriptores de la escala.


Antes de acabar el artículo, nos gustaría dejaros unos últimos consejos para que elaboréis vuestra propia rúbrica (Brophy, 2012: 3). Para empezar, sería altamente recomendable que en lugar de empezar de cero totalmente para hacer vuestra rúbrica, busquéis y adaptéis una rúbrica ya existente. Es bastante difícil encontrar una rúbrica que se adapte completamente a lo que buscáis pero si cogéis una que ya esté hecha y la adaptáis a vuestras necesidades, siempre y cuando citando la fuente de la cual la extraéis, podéis emplearla para vuestras clases y ahorrar, de este modo, una gran cantidad de tiempo. En segundo lugar, sería recomendable también que evaluarais vuestra propia rúbrica preguntándoos a vosotros mismos lo siguiente:


- ¿La rúbrica hace referencia a los resultados que han sido evaluados?


- ¿La rúbrica te dirige a cualquier cosa superflua o externa a lo que se está evaluando? Si la respuesta es afirmativa, deberemos eliminar ese contenido


- ¿La rúbrica es útil, factible y a la vez manejable y práctica? Si la respuesta es afirmativa, adelante, podrás usarla en un sinfín de ocasiones y seguro que te resultará muy productiva.


Y como último consejo ya para finalizar el presente artículo, nos gustaría recordar que, si habéis llegado hasta aquí y conseguido una rúbrica efectiva que no se aleje del propósito de la misma, compartidla con vuestros compañeros docentes y empleadla cuando lo consideréis oportuno.


Rúbrica para elaborar Rúbricas. Extraída de EduTeka


Referencias:


Brophy, T. S. (2012). Writing Effective Rubrics. Institutional Assessment, University of Florida, Office of the Provost, Institutional Assessment, Continuous Quality Enhancement Series. Extraído el 22 de febrero de : http://assessment.aa.ufl.edu/Data/Sites/22/media/slo/writing_effective_rubrics_guide_v2.pdf


Centro Virtual Cervantes. (s. f.). "Anexo A". Marco de referencia europeo para el aprendizaje, la enseñanza y la evaluación de lenguas. Pp. 193 - 195.


Traducción al español y adaptación realizada por Eduteka (2013) de la “Rúbrica para elaborar Rúbricas” adaptada por Dr. Bonnie B. Mullinix de la Universidad Monmouth, NJ, USA. Esta Rúbrica fue publicada por el Buck Institute for Education (http://www.bie.org) bajo licencia Creative Commons (Atribución, No Comercial).


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